Pablo Melgar
Un día estás convencido de que el presidente Donald Trump es el mismísimo demonio y al otro tienes que reconocer que su accionar logró una fórmula de paz entre Israel y Palestina. Ahí están los rehenes entrando a Israel y los 2.000 presos palestinos volviendo a sus territorios. Es real. No hay dudas ni espacio para la especulación. Nada de viru-viru, ni fantasías políticas. Pura realidad, todo tangible. Un canje de inocentes por terroristas. Y la paz como realidad concreta.
Así de grueso.
Un día crees que el chavismo es la respuesta del pueblo venezolano a la opresión de la oligarquía caraqueña y adoras a Nicolás Maduro, al otro María Corina Machado es Premio Nobel de la Paz. Nadie podrá decir que el Comité Noruego del Nobel tiene intereses creados para favorecer a María Corina. Es que el gobierno de Maduro es una sangrienta dictadura. Ahí están, a la vista, los centros de tortura y el resultado de las últimas elecciones. Una dictadura por dónde se mire.
El Nobel no ha tenido a muchos latinoamericanos como protagonistas. La diferencia es abismal si se evalúa los ganadores, sea por origen étnico o por nacionalidad. Por ejemplo, si se tiene en cuenta la premiación a miembros de la colectividad judía se va a encontrar con un total de 216 reconocimientos en las seis disciplinas. Para qué hacer comparaciones.
Algo estaremos haciendo mal.
De vez en cuando los dogmáticos tienen reconocimientos de importancia, entre ellos el propio Premio Nobel de la Paz, estamos rodeados de magos y hechiceros del pensamiento mágico. Mucha gente que defiende posiciones indefendibles por el simple hecho de oponerse al otro, ese otro se siente atacado y se incendia la pradera.
Uno esperaría cierto reconocimiento entre los que recibieron el Nobel de la región. Nada más alejado de la realidad. El argentino Adolfo Pérez Esquivel, recibió el premio en el año 1980 por su lucha a favor de los Derechos Humanos en Argentina durante la dictadura, no se mostró conforme con el reconocimiento a Corina Machado.
El activista eligió el diario Página 12, propiedad de un cuestionado sindicalista millonario kirchnerista, para fustigar a Machado. Escribió una carta con el título “De Nobel a Nobel”. Militante católico, Pérez Esquivel no le perdonó que no fuera de izquierda.
“Corina, te pregunto. ¿Por qué llamaste a los Estados Unidos para que invada Venezuela? Al recibir el anuncio que te otorgaron el Premio Nobel de la Paz se lo dedicaste a Trump. El agresor a tu país que miente y acusa a Venezuela de ser narcotraficante, mentira semejante a la de George Bush, que acusó a Saddam Hussein de tener “armas de destrucción masiva”. Pretexto para invadir Irak, saquearla y provocar miles de víctimas, mujeres y niños”, escribió Pérez Esquivel.
Lo que no dice Pérez Esquivel es que tiene intereses en Venezuela. A sus 94 años de edad, integra lo que va quedando del equipo de asesores del directorio de TeleSur, la señal de televisión que sostiene al dictador Maduro.
La vieja Europa comienza a cambiar y ya se nota. Las ideas cambian, las circunstancias también. Somos testigos de un cambio estratégico muy importante en el pensamiento europeo. Después de perder la guerra cultural con el mundo musulmán, que invadió el viejo continente mediante la migración individual de millones de personas, se comienza a mover el transatlántico de las ideas.
Veamos algunos detalles. Se está abandonando la tesis del “bien pensar” y se ingresa a otra etapa con los mismos valores pero con otras formas.
Todo está comenzando en el Reino Unido. Primero fue el Brexit, ahora esto. Una mujer fue ordenada como arzobispo de Canterbury la enfermera Sarah Mullally. La tradición indica que ese cargo, aprobado por el rey Carlo III, lidera la Iglesia Anglicana.
Se trata de un acto histórico y político. Es una señal que los musulmanes no podrán imitar, jamás pondrían a una mujer a liderar su religión, no es posible. Allí Occidente marca su lugar.
Este ejemplo inglés no es azaroso, se trata de un gesto fundamental para entender el mundo que nos rodea. Las democracias occidentales necesitan encontrar su camino, ese que perdieron en el caos del “bien pensar” que destruyó parte del elevado pensamiento que desarrolló Occidente desde la Grecia antigua hasta nuestros días.
Lo cierto es que se van acotando los espacios para quienes no respetan los derechos de las mujeres, los homosexuales y las distintas cosmovisiones. Caen las chances de desarrollo de Irán y sus socios latinoamericanos como Venezuela, Bolivia y Nicaragua.
Tal vez -opino- lo que se precise es una evaluación seria sobre el lugar que se elige para posicionarse y la forma en que se toma esa decisión.
Está probado que mucha gente resuelve un lugar en el que pararse ante la vida y después se ocupa de buscar argumentos para confirmar su posición, una actitud lejana de la fundamental apertura mental para la convivencia.
Puro dogma y postureo, nada de profundidad.
