ORIBE PEREIRA PARADA
Después de la Batalla de Sarandí (12/X/1825) las huestes minuanas, que
habían tenido destacado protagonismo, fueron a revistar en la Villa San Pedro
del Durazno y de allí fueron destinadas a reforzar el sitio de Montevideo, que
comandaba el coronel Manuel Oribe, desde su campamento en el Manga.
En Sarandí habían ofrendado sus vidas un puñado de coterráneos de Juan
Antonio Lavalleja. Ellos fueron el capitán Matías “Lasarte” Beracochea –que
fuera el primero en levantarse en las sierras de Minas- el cabo Juan Cisneros y
los soldados José Ariza, Juan Campos y Silvestre Rodríguez.
Por el 20 de octubre el Alcalde de la Villa Concepción de las Minas, don
Manuel Fuentes, recibió al Comandante Militar José Gordillo al mando de 70
hombres. Eran 40 prisioneros luso-brasileños custodiados por una guarnición
de 30 hombres, entre oficiales y soldados patriotas.
La principal dificultad que se presentó con la llegada de los prisioneros y
vigilantes fue la mantención de este contingente. A pocos días de haberse
afincado en la Villa, Manuel Fuentes acudió a los vecinos solicitando la
colaboración en reses. Así le informó a Juan Antonio Lavalleja: “No habiendo
absolutamente en este Pueblo recurso de propios ni otro alguno capaz de
atender el objeto presente, nos dirigimos con exhortos a los vecinos de la
jurisdicción, para que voluntariamente prestasen el auxilio de algunas
reses para atender a estos alimentos sin gravamen del Estado. En efecto,
hasta la fecha se han sostenido con lo arbitrado, pero hoy, que ya no
encontramos recurso, nos hemos visto en la precisión de buscar un
abastecedor…”
Con fecha 2 de noviembre el gobernante minuano se dirigió a la población de
su jurisdicción en términos que llamaban a la solidaridad y compromiso de los
habitantes de la región con los requerimientos surgidos en las luchas por la
Patria.
Don Manuel Fuentes anota: “… hallándose con las apuradas circunstancias
de la guerra para atender el buen éxito de nuestra libertad, se ve en la
precisión de ocurrir al auxilio de sus pueblos para que arbitren medios
para mantener la tropa y prisioneros, ínterin se desenvuelva y pueda
atender a todos con los fondos del Estado; y como en esta no existen
propios ni fondo alguno capaz de atender a esta emergencia, en este caso
seríamos unos ingratos si no prestásemos nuestros auxilios y así es que
de necesidad es menester buscarlos…” Luego, en la misma comunicación
agrega: “… que usted en su partido haga ver estos sentimientos a sus
vecinos, y que cada uno de por si voluntariamente, dé las reses que
guste, bajo el concepto que sea carne buena…”
En respuesta, se presenta Francisco Zeballos, propietario de un
establecimiento pecuario próximo a la Villa, y acuerda con Manuel Fuentes la
hombres, “incluso Gerónimo Berrueta”, que se recuperaba en Puntas de
Santa Lucía de heridas recibidas en Sarandí.
“Se observa descuido en la custodia de los prisioneros”
A medida que progresa su recuperación sanitaria el Teniente de los Dragones
Libertadores Gerónimo Berrueta mantiene correspondencia con el General
Lavalleja, informándole y dando sus opiniones de los acontecimientos que
percibe en la Villa y sus alrededores. Es así que le comenta: “En esta
jurisdicción encuentro que se halla algún número de hombres útiles para
las armas … lo que hago presente a V.E. para que se digne darme una
orden para reclutar gente, pues creo hallarme entre quince o veinte días
disponible para caminar, por hallarse el herido de mayor gravedad casi
bueno”.
Con fecha 24 de noviembre el Comandante Militar de Minas José Gordillo
notició a Lavalleja, explicitando tareas que encaró a través de los prisioneros:
“Con los prisioneros he principiado la esquina arruinada del Cuartel, que
siempre ha servido de Juzgado y Comandancia, que está contigua a la
Escribanía. Tengo a prisioneros empleados en componer los pasos, otros
en el corte de leña para el consumo, maderas y demás necesario a estas
tareas. Hasta ahora está esto en el mejor orden posible”.
No obstante, nuevamente en su correspondencia Gerónimo Berrueta se
manifestó preocupado porque “se observa mucho descuido en la custodia
de los prisioneros y en particular de noche, pues ha habido noche de no
encontrarse el Sargento Comandante en su guardia”.
Ante esta denuncia se le pide explicaciones al comandante José Gordillo quien
informó desde Minas, el 22 de diciembre, al General Lavalleja, en estos
términos: Con respecto a los prisioneros, se equivocó el que dijo a V.E. no
había celo; pues éste está probado con la existencia de todos hasta la
fecha y mis pasos de política con ellos son muy precautorios”.
La estadía de prisioneros y custodias en Villa Concepción de las Minas tuvo su
final el día 29 de diciembre, totalizando algo más de dos meses en estas
sierras. Gordillo había recibido orden de trasladarlos, aunque de la
documentación con que obramos no podemos definir el destino de ellos.
El día previo el Comandante Gordillo informó a Lavalleja: “Los prisioneros,
mañana 29 saldrán de ésta al cargo y responsabilidad del Capitán don
Ignacio del Castillo y bajo la custodia y seguridad que corresponde.
Y agrega refiriéndose a Gerónimo Berrueta, que fuera quien denunciara
presunta falta de rigor en la custodia de los prisioneros, que también
abandonaba la Villa, aunque “No sé su destino, pues nunca estuvo a mis
órdenes…”
