Nelson Hernández Herrera / Periodista
Lindo recordarlo para poder contarlo, pero quizás muchos lectores no sepan cuan felices éramos aquella generación de los 70 de los 80 y de los 90, sin dudas marcada por hechos, barrios, familias, barras e historias que jamás olvidamos a la hora de estar en alguna reunión, con ojos llorosos pero al mismo tiempo llenos de nostalgia.-
Crecer en aquella ciudad de calles casi desiertas en las tardes de verano y también en otras temporadas del años; es que los autos estaban reservados para algunas familias con algunos pesos más, donde cuando pasaban las horas de la siesta obligada nos juntábamos a jugar algún que otro picadito previa charla a la sombra de alguna casa o árbol de vereda. Si hiciéramos una cronología de nuestros días, podríamos decir que nuestra jornada adolecente comenzaba a las 8 de la mañana y no terminaba antes de las 22 horas, siempre atentos a los requerimientos de nuestros padres que con algún grito a la distancia nos avisaba o pedía algún mandado, recordemos que eran épocas sin celular, quien tenía un teléfono fijo en la casa era considerado el locutorio del barrio…
Nuestros paseos semanales eran al arroyo siempre en compañía de algún mayor, o cuando teníamos mucha suerte a la plaza libertad a tomar algún helado, pero siempre y cuando fuera al inicio de mes cuando los viejos tenían algún peso.-
En lo personal fuimos adelantados con nuestra profesión ya que entre otras actividades realizadas con 12 o 13 años fue la confección de un pequeño semanario con el cual informamos a los vecinos las actividades del barrio, ejemplar que se elaboraba en mimeógrafos y de dedicada tarea de padres y nuestra barra de amigos, quienes aportábamos escritos de los que sucedía por las calles Colon entre 18 de julio y Brígido en dos tres o cuatro manzanas a la redonda, donde era nuestra zona de influencia – entiéndase autorizados a salir por nuestros mayores – Ese semanario llamado “Semanario Joven” fue el inicio de una etapa muy linda, pero también parte en los genes de algo que se disparó en mi vida referida al periodismo.
Sus historias y cuentos de la zona fueron tan leales a nuestro diario vivir, que resultó en alguna que otra publicidad de la carnicería del barrio comandada por el amigo “Pichón” o el almacenero de la zona Don Faguaga, y algún que otro verdulero que también se sumaba a esta incipiente y joven empresa, por llamarla de alguna forma claro ya que hablamos de no más de treinta a cuarenta ejemplares que llegaron a razón de uno o dos meses a los hogares cercanos.-
Esta es otra historia por contar, sé que algunos de nuestra barra leyendo estas líneas se le caerá alguna lagrima de emoción, por traer esas imágenes de nuestro querido barrio y de una etapa gloriosa de nuestras vidas. Fuimos parte de una ciudad que crecía, que juagaba sus primeros pasos en tener centros bailables más grandes, de una ciudad que no soñaba por ese entonces en grandes superficies comerciales, que tenía cada cuatro manzanas algún que otro campito para pelotear un buen rato por día.-
Conocimos un lugar sin escapes libres en motos, autos u otros vehículos, conocimos a nuestros mayores sentarse afuera de sus casas y dejar puertas abiertas para ir a abastecerse a algún comercio sin temer a ser robados, cuanto mucho algún que otro gato que pudiera meterse a la casa en busca de su porción de comida.
Quizás a cada uno nos llegue estos recuerdos sobre todo cuando vemos una sociedad que ha cambiado tanto y de eso nos encargaremos en otros escritos, pero bueno es dejarnos inundar por este tipo de imágenes de esas épocas como forma de creer que siempre hay lugar para algún cambio en nuestras sociedades, siempre hay espacio para que el ser humano no abandone por completo su don de ser pensante y frene sobre sus pasos, pegue una vuelta volviendo a sus raíces naturales, sin dejar de reconocer lo mucho que hemos avanzado, pero no dejándonos llevar por la avaricia, el desenfreno y la voraz piqueta fatal del progreso.-
Minas, nuestro lugar en el mundo que fue es y será para cada uno de quienes aquí nacimos y crecimos, una belleza inigualable que al decir de aquellos grandes hombres nos acune a la hora de nuestra partida de este plano, Minas siempre aquella que conocimos!!!
