Pablo Melgar
El profesor licenciado Oscar Padrón Favre es una figura consular del estudio de la Historia desde su
ciudad de Durazno. Su voz es imprescindible a la hora de entender los procesos históricos y políticos del
siglo XIX y XX del Uruguay. También brilla en los estudios guraníticos por lo que ha sido convocado
desde países vecinos y Paraguay.
Cuando alguien quiere conocer sobre alguna de sus especialidades tiene que peregrinar hacia el Centro del
país. Allá van los que quieren saber. Alcanzó ese lugar a fuerza de ponerle cara a la presunta
intelectualidad que marca la agenda capitalina. Estudios técnicos de alto nivel, certeza científica mucho
antes que la opinión política y un amor propio ganado en las batallas del saber.
Padrón, director de la reconocida editorial “Tierra Adentro”, presentará su último libro el próximo jueves
25 de setiembre en la sede del Centro Italiano Giusseppe Garibaldi. La organización de la presentación
está a cargo del equipo Geohistoria Minas.
Ayer el experto aceptó hablar con Serrano y se refirió, como era de esperar, al vínculo de Juan Antonio
Lavalleja con Fructuoso Rivera.
-Usted acaba de lanzar el libro “Rivera, el artiguismo posible”, probablemente es la biografía más
completa sobre Don Frutos. Tiene un valor académico muy importante y, como si fuera poco, se
inscribe en una prédica en defensa del interior. Sabe bien que en cada pago hay alguna figura que
tiene más interés histórico que otras. En Minas y en todo el departamento, la figura de Juan
Antonio Lavalleja es determinante. Nuestro héroe y el que usted viene de retratar tan bien tuvieron
un vínculo muy especial. ¿Cómo definiría esa relación?
-Es un vínculo muy interesante y rico por todas las fases en las que se fue dando. Recordemos que
empiezan a luchar juntos en el año 1811 y van a morir con apenas tres meses de diferencia. Pasaron por
momentos de una cercanía de estar codo a codo, enfrentando a enemigos comunes a divisiones muy
profundas, enfrentarse con las armas. Al final se reconcilian. Lamentablemente, el destino quiso que no
llegaran a darse el abrazo que se habían prometido. Existen las cartas desde el año 1852 con un
intercambio que muestra una clara reconciliación. Por lo menos desde el lado de Rivera, por la cantidad
de cartas que he leído, siempre hubo un afecto hacia él muy especial. Aún en los momentos en que
estaban bien definidos en tiendas opuestas, Rivera hizo gestiones para que su compadre Juan Antonio se
pasara a su lado. Rivera valoraba la importancia militar de Lavalleja. Puedo decir que tenía un afecto
especial por el minuano.
-El bicentenario de la Declaratoria de la Independencia volvió a instalar el tema del “Abrazo del Monzón, entre Lavalleja y Rivera. ¿Cuál es su opinión?
-Yo dí mi opinión el 29 de abril en el propio lugar del Monzón. No había acuerdo entre ellos. Rivera
estaba en una posición muy difícil. Estaba vigilado por los brasileños. Estaba vigilado por espías. No
podía dar un paso en falso. Del lado de Lavalleja todas las versiones hacen pensar en la detención
(arresto). Todo hace pensar que fue efectivamente así. Que haya sido tomado prisionero no significa que
le hayan sorprendido. Sabía muy bien dónde iba. Eso lo demuestra la documentación. Era comandante
general de la campaña, no era solamente el comandante del Regimiento de Dragones. Pudo haber
dispuesto de entre 1.500 y 2.000 hombres sobre las costas del Río Uruguay antes que Lavalleja llegara a
pisar la Agraciada. También se tenía conocimiento por los espías de Buenos Aires de todos estos
movimierntos. Sin embargo, Rivera engaña a (Carlos Federico) Lecor. Habían acordado concentrar todas
las fuerzas en San José y desde ahí marchar hacia el litoral, eso también lo dicen los documentos. Rivera
no hace esa reunión de fuerzas y sale con unos pocos hombres de su confianza a, de alguna forma, buscar
el encuentro con su compadre Lavalleja. Posiblemente eso buscara ser un efecto desde esa cabeza siempre compleja. Así generaría un desconcierto en las propias tropas brasileñas. Pasados los días no sabían si
Rivera había sido tomado prisionero o había resuelto sumarse a la revolución. No hubo acuerdo previo
pero tampoco Rivera fue sorprendido en el Monzón.
-En estos 200 años de historia, ¿Rivera fue la principal figura surgida tierra adentro?
-Yo no soy partidario de hacer juicios de valor. Tengo claro que hay un ciclo de nuestra historia que va
desde el año 1811 hasta 1904, comienza con (José) Artigas y culmina con (Aparicio) Saravia. Ese primer
ciclo de la historia de los orientales encuentra a los hombres y mujeres del interior teniendo un
protagonismo decisivo. Dieron al país líderes característicos en ese enorme mundo. Dentro de ese ciclo
Rivera tiene una trayectoria de cuatro décadas, siempre como protagonista decisivo. Más allá de los
juicios de valor, no hay dudas que desde 1811 hasta 1854 tuvo un papel decisivo y esa impronta de
hombre de la campaña fue una característica definitoria de su acción política.
