Pablo Melgar
Los primeros 100 días de la gestión de Daniel Ximénez, el intendente del Frente Amplio que rompió el
histórico dominio de los partidos tradicionales en Lavalleja, han estado marcados por un discurso de
transparencia y realismo administrativo, pero también por decisiones controvertidas y una estrategia de
comunicación hermética.
El intendente, cuyo prestigio personal proviene de su carrera en medicina, asumió con la promesa de
evitar los dogmatismos de la izquierda tradicional. Sin embargo, su estilo de gestión ya plantea
interrogantes sobre el rumbo de su administración.
La caja y la alarma innecesaria
La situación financiera fue uno de los primeros focos de atención. Contrario a cualquier rumor de debacle,
Ximénez admitió que su antecesor, Herman Vergara, dejó ocho millones de dólares en caja.
Esta solidez generó un debate contrafáctico sobre si los gobiernos anteriores debieron haber invertido más
para asegurar la victoria, que el Frente Amplio ganó por solo 122 votos.
Pese a este saldo positivo, Ximénez generó alarma al abrir una línea de crédito en noviembre «para pagar
sueldos», alegando ser «por las dudas».
La maniobra se interpretó rápidamente como un movimiento para
cambiar la estructura financiera, dejando un banco privado para retornar al Banco República, pero el
proceso vino acompañado de un innecesario temor en la familia municipal y una crítica implícita al
gobierno saliente.
El contraste entre la prudencia financiera y los gastos públicos también se hizo evidente: se reservó cerca
de medio millón de dólares para la Semana de Lavalleja, incluyendo figuras argentinas como Diego
Torres ($77.000) y «la Juaqui» ($55.000), una decisión difícil de conciliar con una supuesta crisis de
liquidez.
Secretismo, nepotismo y una alianza inesperada
La forma en que Ximénez ha organizado su equipo y su estrategia de comunicación han sido señaladas
como fallas. El intendente, reconocido por su bajo perfil discursivo, se ha guardado y evita conceder
entrevistas o permitir que sus figuras se muestren.
Peor aún, la comuna enfrenta un problema de información pública básica, con un sistema que, al parecer,
ni la propia administración sabe cómo operar, incumpliendo la transparencia requerida por ley.
En la conformación de su equipo, Ximénez aplicó un extraño sistema de selección que incluyó al menos
una pareja en su gabinete y vínculos familiares en cargos de designación, tanto a nivel departamental
como nacional.
A nivel político, el Frente Amplio de Lavalleja forjó una alianza de hecho con una línea del Partido
Colorado. Esta unión tiene como principal motor la enemistad compartida con una parte del Partido
Nacional.
Despidos políticos.
La tensión política se materializó en Batlle y Ordóñez, donde la Intendencia decidió el despido de nueve
funcionarios sin ninguna acusación formal, priorizando el acuerdo con los colorados sobre la promesa de
no aplicar cesantías por razones políticas.
El intendente comparecerá ante la Junta Departamental para explicar una decisión que dejó a familias
humildes sin sustento al inicio de su mandato.
El único foco de denuncia contra el gobierno anterior se concentra también en el Norte, donde se
escenificó la revisión de las observaciones del Tribunal de Cuentas (TCR). A pesar de la sorprendente
cantidad de reparos, la administración no ha informado a Fiscalía.
Finalmente, el polémico proyecto de la represa de Casupá Gaetán obligó al intendente a fijar posición.
Tras un silencio inicial, Ximénez expresó su respaldo político al proyecto, calificándolo como una «decisión macro de país», y se comprometió a ser interlocutor de los vecinos, aunque reconoció que «hay
cosas que no se arreglan con dinero, porque la gente pierde parte de su vida cuando debe dejar su tierra».
La abrupta aparición del ministro de Ambiente, Edgardo Ortuño, lo forzó a dejar su reserva y abrazar el
problema político que enfrenta el Frente en el departamento.
