Celia Chaves, periodista, directora de «El Pueblo» de Batlle y Ordóñez.
El futuro es la meta del presente, el pasado la base.
Sabemos que estamos donde estamos porque tuvimos un pasado que dio sustento y tierra firme para llegar a donde hemos llegado.
Claro está que siempre hay que ir creciendo, avanzando hacia un futuro que promete modernidad y avances tecnológicos que harán que todo se vea muy diferente.
Es crecimiento puro y a diario. Es un nuevo comienzo hacia nuevos horizontes que parecen ser infinitos, sin límites y que vamos embarcados en ese viaje sin retorno hacia el futuro, un futuro palpable que nos muestra una nueva realidad.
Y ahí vamos a pasos agigantados corriendo y adaptándonos muy de prisa a todo ese torbellino de información que viene casi a la velocidad de la luz.
Pero ¿Qué pasa cuando ésta modernidad nos empieza a quitar identidad?
¿Qué va a pasar cuando nuestros jóvenes del futuro no tengan idea de esas fechas tan importantes de nuestra patria? Esas fechas que fueron las que abrieron las puertas para llegar a lo que somos hoy.
¿Cómo podemos ser tan fríos de ir dejando atrás el sacrificio de nuestros antepasados para que hoy tengamos un país libre y democrático?
O es que acaso ¿queremos olvidar nuestra historia?
Cuando dejamos de celebrar quienes somos y de donde venimos estamos dejando atrás nuestra identidad, estamos guardando en un cajón nuestra procedencia y no estamos siendo una nueva generación moderna en pos de avanzar, estamos siendo simplemente ingratos.
Ingratos por no valorar en el país que vivimos, por no valorar a aquellos que lo dieron absolutamente todo sin dudar para que hoy tengamos el éste gran paisito que tenemos.
¿Qué nos está pasando?
O es que… ¿Nos estamos volviendo perezosos?
¿Qué otra explicación hay?
Eliminar los actos patrios es ir a lo fácil, a lo cómodo y salta a la vista lo diferentes que somos en valores a aquellos patriotas que dieron su vida por nuestra patria y para que tengamos el presente que tenemos.
